Un día desarrollo una web para una agencia. Otro, diseño luces que aguantan una gira. O programo la lógica de un QLab. O compongo una canción.
No siempre en ese orden.
Son lenguajes distintos, pero la práctica es la misma: escuchar el ruido hasta entender el porqué y el para qué, y solo entonces, trazar la estructura que permite que, al final, exista
Traduzco tu proyecto en una estructura técnica sólida. Una que funcione, sin rodeos, y que respete su intención original.
Hablo el lenguaje de la creación. Entiendo el lenguaje del código. Uno define la intención. El otro, la estructura que la hace posible.
Si trabajamos juntos, esto es lo que pasará:
- Para tu web: Recibirás una estructura web pensada para dos personas clave: para tu equipo de desarrollo, que podrá mantenerla y escalarla sin fricción; y para tu cliente final, que gestionará sus contenidos con total autonomía
- Para tu espectáculo: Recibirás un diseño de luces y control (QLab) que funciona como una sola pieza, pensado para la vida en gira. Una propuesta que se adapta a cada espacio para mantener la atmósfera intacta y centraliza toda la técnica.
Cuando surja un imprevisto, lo resolveré. Sin dramas y sin necesidad de microgestión por tu parte.
Esto funciona especialmente bien con agencias que necesitan un código que su propio equipo pueda entender y escalar sin tener que descifrarlo, y con artistas y compañías que entienden que una técnica invisible es lo que permite que la propuesta sobreviva intacta a una gira.
Si buscas solo lo más barato, no soy tu opción.